Unas siluetas oscuras corrian de un lado a otro, el sol se escondia con
pesar, no era justo ir a dormir tan temprano, pero era invierno.
Parecía que cada segundo estaba contado, y siempre el sol se quedaba con ganas de jugar
Hoy en el pueblo había una oscuridad mas densa, atrapante, digno de
sentir miedo, ¿Pero había algún alma dispuesta a violar el toque de
queda?
Habían aprendido hace ya mucho tiempo, que solo bajo techo estaban protegidos, o eso parecía.
Mucha gente no entendía el significado de toda esa humareda, cada
anochecer,nadie salia a ver, nadie husmeaba por las ventanas, y si lo
hacían lo guardaban en secreto.
Para algunos no era fácil ser un conejillo de indias, pero nadie sabia
que era divertido, era divertido ver sus rostros asustados cada mañana.
Era muy rico sentir ese dolor en el estomago de tanto reir.
Y a la vez aprendía que la gente se volvia puntual, aunque el invierno
era una desventaja para ellos, la condición siempre fue que su vida
dependía del sol.
Cuando este asomaba eran libres, pero nadie se había fijado en sus
sombras, creían que estaban libres de oscuridad al amanecer, nadie
miraba bajo sus pies, era un miedo terrible el que los agobiaba.
Algo había pasado esa noche, alguien no había cerrado bien las puertas,
las sombras los habían acorralado, la luz se había ido, era la
oportunidad del mal, de saciar la sed de sangre que los había mantenido
dormidos durante cinco décadas. El sol se estaba ocultando, y una niña
corria con su conejo de peluche a su casa, tenia mucho miedo, algo la
había llevado a entrar al cementerio, curiosidad, eso era lo mas
probable, que mas haría ir a una niña de solo seis años a lo mas
profundo de un cementerio. Sobre todo cuando el mundo sabia que era el
lugar favorito de las sombras; igual no se puso a pensar en eso, o
seguramente era muy niña para entender lo que eso le costaría… su error
condenaría a muchos.
Las ultimas gotas de sol se filtraban por los arboles, ella corria, su
miedo la hacia perder el equilibrio, pero estaba segura,aunque el sol se
escondia rápido, los últimos rayos iluminaban su rubia cabellera,
mientras corria Bunny, su conejo de la suerte la acompañaba dándole la
mano, ella lo sostenía fuertemente. Su largo cabello dorado bailaba en
el viento, pero ella no sabia lo bella que se veía, en realidad nadie lo
sabia, nadie la podía observar correr hacia su casa.
De a poco sentía que sus piernas se dormían, y la retrasaban aun mas, su
cabello dorado se teñia de un color oscuro en sus puntas que volaban y
jugueteaban, algunos mechones al oscurecer caian flácidos sobre su
espalda, al tocarlos el sol renacían y volvían a volar libres. Claro que
ella no sabia que pasaba en sus espaldas.
Era demasiado tarde, el sol se esfumo bruscamente, aunque ella seguía
corriendo algo la jalo desde el pelo, llevándola cada vez mas a la
oscuridad. Bunny callo al suelo, una mueca de dolor de ese peluche era
notable, algunos diran que es simplemente ridículo, pero caian lagrimas
de los ojos muertos de ese animal. Había quedado vagamente iluminado por
el sol; por alguna razón el rayo de sol no se oculto para Bunny, seguía
latente, titilando para él, evitando que la oscuridad lo consumiera.
Unos dedos largos y escurridisos trataban de tomar a Bunny en los cortos
milisegundos de oscuridad, pero no podía antes de que una luz solar
hiciera a un lado su sombra.
Asi pasaron horas y horas, las densas sombras revoloteaban, bailaban con
un aire demoniaco durante las noches, ellos sabían que los observaban
ojos curiosos, sabían que los humanos rompían su parte del trato y eso
los esfurecia mas, por eso de a poco se hacían de presas indefensas,
como la pequeña articulo una sombra casi silenciosamente.
Aun se cree que se podían oir las risas en las noches mas densas de esas bestias acechantes.
Un nuevo dia crecia, y las sombras eran obligadas, empujadas a
mantenerse fuera de la luz, las mas valientes se resistían, pero
claramente sus “cuerpos” eran empujados bruscamente.
Los largos dedos por un segundo sostuvieron a Bunny, pero el sol alcanzo
ese espacio, y una sombra fue empujada hacía el cementerio amargamente.
Bunny quedo tirado en la luz, con resignación, sentía salvarse de nuevo
del peligro, no sabia, ni se imaginaba, porque en ese caso hubiera
disfrutado ese dia, hubiera pensado en ella millones de veces, en la luz
de sus cabellos, en su frágil tacto, pero nadie podía pensar que la luz
jamás regresaría a ese lugar de una lejana tierra.
En medio del dia, en medio de el sol abrasador, donde todo el mundo
disfrutaba de sus momentos de libertar. Bunny fue sacado bruscamente de
su estado de reposo indefinido, unos dedos largos, fríos lo apretaron
tan intensamente, que estallo como si fuera de piel y huesos, su cuerpo,
palído con grandes orejas de mancharon, podría decirse que era sangre,
pero en realidad era algo oscuro, negro. La gente voltio a mirar la
negrura del conejo, con los ojos desorbitados comenzaron a dar gritos
desgarradores, algunos se quedaban bajo la luz del sol, otros corrian a
sus casas de semejante espectáculo que divisaban.
Algunos agachaban la cabeza, y su propia sombra veían, sin saber que era
aquello trataban de tomarla, tantísimos años sin que nadie bajara la
cabeza les costaba la vida, unas garras tomaban sus dedos primero
atonitos miraban, cuando una garra aprovechaba esa oportunidad para
atravesar sus corneas. Dolientes corrian sin saber que ir, semejante
oscuridad no era para ellos, y las sombras entraban en sus cabezas,
haciéndolos divagar, ir y venir desde el mismísimo infierno. Ellos no se
enteraban, sus cuerpos…tirados cubiertos de una sombra, tal vez sangre,
jamás se supo…nadie jamás vio sus cuerpos, yacían en el piso, sin ojos,
sin lenguas, sus manos aun cubiertas con una pizca de sol era lo único
que demostraba que eran humanos, y asi, uno por uno fue callendo, y las
calles de tierra, casas, arboles, todo se cubrió de aquella sustancia
desconocida y oscura, no se supo si era sangre, pero eso comenzó a tomar
forma.
Se hiso una vez mas la noche, las sombras inquietas iban de acá para allá, sumida en la mas oscurida una dama se levanto.
De sus ojos caia una sustancia pastosa, oscura, con olor a oxido…realmente no era sangre.
La dama se sento donde yacia una montaña de cuerpos apilados, la gente
dormía se dijo. Y sonreía, sus largas garras atravesaban una y otra vez
el pecho de esa gente, como buscando una aguja, hasta que los
encontraba, algunos aun latian, y ella los observaba fríamente, con sus
ojos negros, una mueca de ansias de dibujaba en sus labios.
Sus garras largas se clavaban en el latiente corazón, mientras juguetona replicaba en voz alta:
<< ¿Estas disfrutando tanto como yo?, mi querido Bunny>>
Unas siluetas oscuras corrian de un lado a otro, el sol se escondia con
pesar, no era justo ir a dormir tan temprano, pero era invierno.
Parecía que cada segundo estaba contado, y siempre el sol se quedaba con ganas de jugar
Hoy en el pueblo había una oscuridad mas densa, atrapante, digno de
sentir miedo, ¿Pero había algún alma dispuesta a violar el toque de
queda?
Habían aprendido hace ya mucho tiempo, que solo bajo techo estaban protegidos, o eso parecía.
Mucha gente no entendía el significado de toda esa humareda, cada
anochecer,nadie salia a ver, nadie husmeaba por las ventanas, y si lo
hacían lo guardaban en secreto.
Para algunos no era fácil ser un conejillo de indias, pero nadie sabia
que era divertido, era divertido ver sus rostros asustados cada mañana.
Era muy rico sentir ese dolor en el estomago de tanto reir.
Y a la vez aprendía que la gente se volvia puntual, aunque el invierno
era una desventaja para ellos, la condición siempre fue que su vida
dependía del sol.
Cuando este asomaba eran libres, pero nadie se había fijado en sus
sombras, creían que estaban libres de oscuridad al amanecer, nadie
miraba bajo sus pies, era un miedo terrible el que los agobiaba.
Algo había pasado esa noche, alguien no había cerrado bien las puertas,
las sombras los habían acorralado, la luz se había ido, era la
oportunidad del mal, de saciar la sed de sangre que los había mantenido
dormidos durante cinco décadas. El sol se estaba ocultando, y una niña
corria con su conejo de peluche a su casa, tenia mucho miedo, algo la
había llevado a entrar al cementerio, curiosidad, eso era lo mas
probable, que mas haría ir a una niña de solo seis años a lo mas
profundo de un cementerio. Sobre todo cuando el mundo sabia que era el
lugar favorito de las sombras; igual no se puso a pensar en eso, o
seguramente era muy niña para entender lo que eso le costaría… su error
condenaría a muchos.
Las ultimas gotas de sol se filtraban por los arboles, ella corria, su
miedo la hacia perder el equilibrio, pero estaba segura,aunque el sol se
escondia rápido, los últimos rayos iluminaban su rubia cabellera,
mientras corria Bunny, su conejo de la suerte la acompañaba dándole la
mano, ella lo sostenía fuertemente. Su largo cabello dorado bailaba en
el viento, pero ella no sabia lo bella que se veía, en realidad nadie lo
sabia, nadie la podía observar correr hacia su casa.
De a poco sentía que sus piernas se dormían, y la retrasaban aun mas, su
cabello dorado se teñia de un color oscuro en sus puntas que volaban y
jugueteaban, algunos mechones al oscurecer caian flácidos sobre su
espalda, al tocarlos el sol renacían y volvían a volar libres. Claro que
ella no sabia que pasaba en sus espaldas.
Era demasiado tarde, el sol se esfumo bruscamente, aunque ella seguía
corriendo algo la jalo desde el pelo, llevándola cada vez mas a la
oscuridad. Bunny callo al suelo, una mueca de dolor de ese peluche era
notable, algunos diran que es simplemente ridículo, pero caian lagrimas
de los ojos muertos de ese animal. Había quedado vagamente iluminado por
el sol; por alguna razón el rayo de sol no se oculto para Bunny, seguía
latente, titilando para él, evitando que la oscuridad lo consumiera.
Unos dedos largos y escurridisos trataban de tomar a Bunny en los cortos
milisegundos de oscuridad, pero no podía antes de que una luz solar
hiciera a un lado su sombra.
Asi pasaron horas y horas, las densas sombras revoloteaban, bailaban con
un aire demoniaco durante las noches, ellos sabían que los observaban
ojos curiosos, sabían que los humanos rompían su parte del trato y eso
los esfurecia mas, por eso de a poco se hacían de presas indefensas,
como la pequeña articulo una sombra casi silenciosamente.
Aun se cree que se podían oir las risas en las noches mas densas de esas bestias acechantes.
Un nuevo dia crecia, y las sombras eran obligadas, empujadas a
mantenerse fuera de la luz, las mas valientes se resistían, pero
claramente sus “cuerpos” eran empujados bruscamente.
Los largos dedos por un segundo sostuvieron a Bunny, pero el sol alcanzo
ese espacio, y una sombra fue empujada hacía el cementerio amargamente.
Bunny quedo tirado en la luz, con resignación, sentía salvarse de nuevo
del peligro, no sabia, ni se imaginaba, porque en ese caso hubiera
disfrutado ese dia, hubiera pensado en ella millones de veces, en la luz
de sus cabellos, en su frágil tacto, pero nadie podía pensar que la luz
jamás regresaría a ese lugar de una lejana tierra.
En medio del dia, en medio de el sol abrasador, donde todo el mundo
disfrutaba de sus momentos de libertar. Bunny fue sacado bruscamente de
su estado de reposo indefinido, unos dedos largos, fríos lo apretaron
tan intensamente, que estallo como si fuera de piel y huesos, su cuerpo,
palído con grandes orejas de mancharon, podría decirse que era sangre,
pero en realidad era algo oscuro, negro. La gente voltio a mirar la
negrura del conejo, con los ojos desorbitados comenzaron a dar gritos
desgarradores, algunos se quedaban bajo la luz del sol, otros corrian a
sus casas de semejante espectáculo que divisaban.
Algunos agachaban la cabeza, y su propia sombra veían, sin saber que era
aquello trataban de tomarla, tantísimos años sin que nadie bajara la
cabeza les costaba la vida, unas garras tomaban sus dedos primero
atonitos miraban, cuando una garra aprovechaba esa oportunidad para
atravesar sus corneas. Dolientes corrian sin saber que ir, semejante
oscuridad no era para ellos, y las sombras entraban en sus cabezas,
haciéndolos divagar, ir y venir desde el mismísimo infierno. Ellos no se
enteraban, sus cuerpos…tirados cubiertos de una sombra, tal vez sangre,
jamás se supo…nadie jamás vio sus cuerpos, yacían en el piso, sin ojos,
sin lenguas, sus manos aun cubiertas con una pizca de sol era lo único
que demostraba que eran humanos, y asi, uno por uno fue callendo, y las
calles de tierra, casas, arboles, todo se cubrió de aquella sustancia
desconocida y oscura, no se supo si era sangre, pero eso comenzó a tomar
forma.
Se hiso una vez mas la noche, las sombras inquietas iban de acá para allá, sumida en la mas oscurida una dama se levanto.
De sus ojos caia una sustancia pastosa, oscura, con olor a oxido…realmente no era sangre.
La dama se sento donde yacia una montaña de cuerpos apilados, la gente
dormía se dijo. Y sonreía, sus largas garras atravesaban una y otra vez
el pecho de esa gente, como buscando una aguja, hasta que los
encontraba, algunos aun latian, y ella los observaba fríamente, con sus
ojos negros, una mueca de ansias de dibujaba en sus labios.
Sus garras largas se clavaban en el latiente corazón, mientras juguetona replicaba en voz alta:
<< ¿Estas disfrutando tanto como yo?, mi querido Bunny>>